jue Feb 2 - lectura de 5 minutos
Autor: Equipo Acción Latina
Descubre si realmente existe la deuda buena y mala mediante ejemplos de casos reales.
¿Existe diferencia entre la deuda buena y la deuda mala? Muchos asesores financieros explican que existe “deuda buena” y “deuda mala”. Se trata de la distinción entre las consecuencias que tiene la deuda, pues se cree que la deuda mala es aquella que nos empobrece, mientras que la deuda buena es la que nos ayuda a incrementar nuestros activos financieros.
¿Qué es una deuda?
Es la obligación de pagar o devolver algo, principalmente dinero, en un determinado plazo de tiempo a otra persona o empresa. En el caso específico de las deudas financieras, son obligaciones de reintegrar el dinero prestado más los intereses que conlleva el tiempo. Las deudas tienen condiciones que son pactadas antes de la adquisición de la obligación.
El problema se origina cuando ya no puedes pagarla, ni intereses, ni pagos mínimos y/o adquieres una deuda nueva para cubrir una vieja.
Todos en algún momento de la vida hemos tenido o vamos a adquirir una deuda, pero esto no define nuestro futuro económico.
¿Qué es la deuda mala?
También llamada destructiva, es, por lo general, aquella deuda adquirida para comprar algo que queremos (aunque no siempre necesitamos), pero no podemos pagar al contado. Se considera “mala” porque nos obliga a pagar una cantidad de dinero más intereses, no reporta más beneficio que el disfrute del bien adquirido y nos causa estrés en las finanzas personales o familiares que conlleva a un empeoramiento de la situación económica de quien la contrae.
Sirven para comprar pasivos y no ofrecen rentabilidad económica. Sobre todo, nos hacen perder libertad financiera al sentirnos endeudados durante un determinado tiempo.
Algunos de los principales ejemplos de deudas malas son: la hipoteca de una casa, la compra de un coche, compras con la tarjeta de crédito, unas vacaciones, compras arbitrarias de ropa, comida o equipos electrónicos, etc.
“Las deudas destructivas están ligadas al estilo de vida de una persona, sobre todo cuando utiliza el dinero o el crédito para comprar bienes o servicios que pierden valor en el tiempo o de plano lo pierden por completo. Un ejemplo claro es sacar un auto nuevo de la agencia mediante financiamiento, pues el coche pierde valor desde que sale a la calle y lo seguirá perdiendo día a día.” – Alejandro Saracho, asesor en finanzas personales y de negocios.
Las deudas malas son las que nos preocupan, se nos olvidan, nos estresan y nos empobrecen. Se adquieren muchas veces por impulso, por una recompensa inmediata o porque caemos ante el engaño de los meses sin intereses.
Si vas a solicitar una tarjeta de crédito o un préstamo personal, procura no ocuparlo para ir al súper, en entretenimiento, restaurantes y ropa porque esas son cosas que deberíamos cubrir con un ingreso mensual, sin necesidad de incurrir en un endeudamiento extra.
Las deudas comienzan a convertirse en malas cuando existe un mal manejo de estas, ocasionando que se rebase la capacidad de pago. Una vez que las personas se encuentran en esta situación, optan por adquirir un nuevo préstamo para pagar las deudas de la primera, creando un ciclo de endeudamiento. También puedes diferenciar a las deudas malas cuando les destinas más del 30% de tus ingresos en pagos.
Otros ejemplos de deuda mala son:
¿Qué es la deuda buena?
Por otro lado, una deuda que tomas con la idea de invertir y sacar un rendimiento de ella es una buena deuda porque, aunque debas pagarla, los rendimientos te permiten crecer tu patrimonio. En las deudas buenas se compran activos con el objetivo de que nos reporten una rentabilidad. Este tipo de deuda ayuda a quien la contrae a mejorar su situación económica.
También denominada expansiva, sirve para invertir o adquirir activos que van a proporcionar una rentabilidad a corto, medio y largo plazo. Es decir, son aquellas que nos van a hacer ganar más dinero del que tenemos que pagar con intereses incluidos.
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Cualquier endeudamiento que permite obtener un beneficio sostenido en el tiempo es considerado deuda buena.
“Una deuda buena (a la que llamo expansiva) es aquella que te permite generar más dinero a través de la deuda misma, y una deuda mala (o destructiva) es aquella que te genera problemas financieros.” – Alejandro Saracho, asesor en finanzas personales y de negocios.
A través de las deudas buenas o expansivas lo que ocurre es una especie de apalancamiento financiero. Es decir, te apoyas de alguien que tiene el recurso para usarlo de forma productiva (como lo hacen los bancos).
El ejemplo más claro de deuda buena es aquella adquirida para la compra de un inmueble que después se va a poner en renta o a vender nuevamente a un costo superior. Otro ejemplo, aunque implica un riesgo mayor, es el de endeudarse para montar una empresa. Si el proyecto tiene éxito, esta deuda se convertirá en un valioso activo que reportará importantes beneficios.
En resumen, la deuda buena crece tu patrimonio o te mantiene seguro ante eventualidades. Una buena deuda reflejará beneficios a mayor plazo y duración. También suele definirse a este tipo de deudas cuando se destina en bienes duraderos, que su pago no rebase el 30% de tus ingresos mensuales, que te genere liquidez o haga crecer tu patrimonio.
Cualquier bien cuyo valor va a aumentar con el paso del tiempo es una deuda buena:
Por ejemplo:
Otros ejemplos de deuda buena son:
3 principales deudas buenas o expansivas
Entonces, ¿cuál es la diferencia entre la deuda buena y la deuda mala?
Básicamente, la diferencia reside en cómo se deben utilizar esos términos para tipos específicos de préstamos y créditos. Pero hay una línea de definición clara que separa a las deudas buenas de las malas: lo que una deuda hace por nosotros a largo plazo.
Tips para evitar el sobreendeudamiento
Conclusiones
Antes de adquirir una deuda debes plantearte si realmente necesitas ese préstamo, pues al contar con una deuda siempre se corre un riesgo. Te recomendamos que antes de hacerlo armes un plan realista en el que analices tu capacidad de pago, considerando todo tipo de posibles emergencias. Si no sabes cómo determinarla, puedes utilizar la siguiente fórmula: Ingresos – Gasto fijo/Ahorro = Capacidad de pago.
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